Apenas un par de
minutos después, estaban el uno frente al otro, a escasos 5 centímetros,
mirándose y completamente empapados. No dijeron ni una sola palabra, guardaron
el móvil y… Se besaron como tantas veces ambos habían pensado, como sin duda
habían imaginado, y como deseaban a pesar de las mil discusiones que habían
tenido.
La lluvia los empapó a
ambos por completo, pero ellos no conseguían separarse, si es que lo intentaron…
Paolo no quería separarse de ella, pues no sabía si tras ese beso, todo
volvería a complicarse. Y Julia ni siquiera pensaba, solo disfrutaba del
momento.
Él la tenía agarrada
por la cintura, apretándola contra su cuerpo, mientras una de sus manos estaba
en su espalda… Ella no soltaba su cuello, entonces Paolo le susurró.
- Lo necesitaba.
Ella sonrío y se quedó
mirándolo, acarició su mejilla y le dio un pequeño beso en los labios de nuevo.
Entonces llegó el momento que Paolo temía, tenían que hablar…
- Paolo, no quiero vivir
una mentira, no quiero que jueguen conmigo.
- Julia, he ido noche
tras noche al Blue Note solo para verte, te he buscado, te he dejado mensajes,
he hecho lo imposible por que vieras cuanto me importas.
- Paolo…
- No, en serio, eres
lo único que ha recorrido mi mente desde que te conocí, aun sin conocerte… Era
imposible sacarte de mi cabeza, imposible aunque lo intenté.
- Lo intentaste…
- Sí, y no lo niego,
creí que era lo lógico, lo normal, no entendía nada. Pero después me di cuenta,
da igual la lógica, o la razón, solo sé que quiero estar junto a ti.
Apenas sabía que
decir, así que Julia volvió a besarle intensamente, y bajo esa inmensa lluvia
lo cogió de la mano y lo llevó tras de ella hasta su apartamento. Sinceramente,
Paolo no sabía cómo reaccionar, una chica de 23 años lo tenía completamente
descolocado, a la cual se veía totalmente tranquila. A sus 36 años, y nervioso.
Ella desapareció dejándolo
junto a la puerta, y volvió con dos toallas, lanzándole una a él.
- Toma, sécate o
cogerás una pulmonía. (Dijo mientras sonreía).
- Gracias. (Él estaba
algo desconcertado aún).
Él comenzó a secarse
el pelo, mientras ella se quitaba despreocupada su camisa primero y después sus
pantalones. Paolo quedó entonces aún más desconcertado… Ella continuó sentándose
en la cama, y secando todo su cuerpo lentamente, ante la atenta mirada de él,
quien no pudo evitarlo aun intentándolo.
Tras comprobar su reacción,
ella se levantó y quitó la chaqueta de Paolo, después comenzó con la camisa,
botón a botón, mirándolo sonriente, y notando cuan desconcertado estaba, lo
cual la divertía bastante. Entonces le dijo.
- Paolo…
Continuará...
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