Caricias…
Recorriendo lentamente tu espalda, desde tu cuello hasta el final de la misma,
y vuelta a empezar. Que delicia, que placer provoca el simple hecho de recorrer
cada centímetro de tu cuerpo con la yema de mis dedos.
Besar
tu cuello, lentamente, apenas rozándolo con mis labios, para después deleitarme
en él. Y mientras lo hago, más caricias… Mis manos se enredan en tu pelo, mis
dedos se entrelazan en tu cabello, y entonces muerdo tu boca, y me pierdo en un
largo beso entre los juegos de nuestras lenguas.
Me
pasaría toda una vida mirándote a los ojos, puedo hacer mil cosas más…
Caricias, besos, sonrisas, palabras, pueden acompañar cada mirada que
desaparece en tu pupila.
Y sigo…
Siguen mis mordiscos recorriendo tu cuello, dejándose llevar por la inercia y
bajando a tus pechos, firmes, deseando sentir el roce de mis dientes mientras
tus pezones se endurecen.
Mis
manos también bajan, sabes que no puedo controlarme, y que me encanta recorrer
tus piernas, apretándolas entre mis manos, y notando el calor que nace de entre
tus muslos.
¿Qué más
se puede pedir? Tus suspiros, que con cada movimiento de mi cuerpo va
aumentando en intensidad, hasta convertirse en pequeños gemidos, que ambos
sabemos que acabarán siendo gritos incesantes.
Y es
que ese momento en que tus piernas se abren, y mi polla entra hasta el fondo de
tu coño, mientras no dejo de mirar tus ojos, ese rostro deseoso de más, y más
intenso, es inigualable.
Esos
movimientos de tus caderas, esas piernas atrayéndome hacia ti, esa boca
buscando la mía con sed de mí, mientras los gemidos ahora sí, son pequeños gritos
que me excitan aún más.
Tus
uñas clavadas en mi espalda, mis dientes en tu cuello, y mis brazos apretándote
con fuerza para no dejarte escapar, aunque sé que no lo harías. El sudor
recorriendo nuestros cuerpos, los cuales no se separan sino que cada vez,
aunque parezca imposible, están más unidos, y mis embestidas crecen en
intensidad, en fuerza, en velocidad, quiero todo de ti, y lo quiero ya.
Y ese
grito, que no es como el resto… Ese grito hueco, que sale de lo más profundo de
tu alma, desatando todo el placer que llevas dentro, mientras caes rendida
sobre mí, besando mi pecho, entre las caricias que recorren tu pelo,
lentamente, suave, ahora solo quiero que sientas ese cariño, ese que demuestro
aun follando como animales sedientos el uno del otro.
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