lunes, 7 de mayo de 2012

Pequeñas tentaciones...

Lucía, morena, pelo hasta el hombro,  liso, mediría sobre 1.63, muy delgadita, cara muy dulce, sonrisa constante, mirada intensa… Divertida, encantadora, risueña, una “pequeñaja” como digo yo, pero sabiendo cuando ser seria, firme, con las ideas bien claras.
A veces, cuando menos te lo espera, aparece ella… Y esta, era Lucía.
Los viernes son mi día, llega el fin de semana, suelo salir con mis amigos, vamos mucho al cine, pues somos grandes cinéfilos, tomamos unas copas, reímos, charlamos, lo normal supongo.

Aquel día de mayo junto a mis amigos habituales, Javi, Francis, Sandra, José, Silvia y Ana, vino Lucía… No tenía el gusto de conocerla, pero solo verla ya me impresionó.
Es prima de Ana, estaba aquí de vacaciones, un par de semanas por Málaga, pues ella vive en Valencia pero es una enamorada de esta tierra, como yo, y viene siempre que tiene un hueco.

Las habituales presentaciones la mostraron tímida, era lógico al no conocer a nadie salvo a su prima, todo el mundo no tiene la cara que tengo yo, por suerte… Así que se “resguardó” en Ana, y aprovechó que justo entramos al cine para relajarse un poco.
Nuestro plan de los viernes suele se muy similar, damos una vuelta por el centro comercial, cine, cena, y copas… Variamos a veces, pero es sin duda el más repetido, aunque a veces te planteas lo del cine ¡que con el precio de una entrada me da para la cena casi!

Disfrutamos de la película, y decidimos ir a cenar a un italiano que hay justo en la calle contigua, soy amigo del jefe de cocina y hacía bastante que no íbamos, cosa que me recuerda cada vez que me ve…
Comenzamos a charlar esperando que nos trajeran la cena, del trabajo, de los niños, y hasta de las niñeras, las noches de viernes son geniales, divertidas, despejan por completo tu mente.
Ana ayudaba a Lucía a participar en la conversación, y yo con mi timidez habitual intentaba preguntarla cosas, o bromear con ella de forma disimulada para que se sintiese más cómoda.

Y eso hizo, se fue soltando, y comenzó a charlar 
animadamente, a reír, y como era de esperar, media hora después parecía que nos conocía desde siempre.
Pero la sorpresa de la noche llegó en los postres, cuando después de hablarnos de sus estudios le preguntó Javi que edad tenía… Y se hizo el silencio al contestar: 23.
A ver, que no tengo nada en contra de la gente joven, bueno, al menos no de toda, pero sinceramente aparentaba algunos más, y como todos pasamos la treintena, pues nos quedamos un tanto asombrados. Pero tras unos breves segundos de silencio, José comenzó a bromear sobre lo viejo que somos nosotros, y lo bien que nos conservamos,  y volvieron las risas.

Tras una agradable y deliciosa cena, fuimos a tomar unas copas a los pubs habituales que solemos visitar, las risas continuaron, además de las copas, y alguna broma sobre Lucía y sus 10 años menos que la mayoría de nosotros, era inevitable, pero siempre con nosotros pobres como víctimas.
Momento culmen de la noche, Lucía sale a bailar con las chicas, y cuando digo bailar, digo dejar a medio pub mirándola, y seguramente a más de uno y de dos deseándola, que delicia a la hora de moverse, entre risas, miradas furtivas, sintiendo la música, cada movimiento.
Las copas se sucedieron, menos de las que pensáis y más de las que solíamos tomar, se pasaron las horas volando, y la cantidad iba bajando, cada vez quedábamos menos, hasta que solo estábamos Ana, Francis, Sandra, Lucía y yo.

A esos de las 3:00 terminamos quedando solos Lucía y yo, Ana no se “atrevía” a dejarla sola conmigo, pero tras asegurarle repetidas veces que no me la iba a comer ni nada similar, y visto el cansancio que tenía, se marchó, aunque aún no muy convencida.
La verdad es que no se ni que hacía aún con ella, debería haberme ido bastante antes, o como mínimo junto a Ana, y así la noche habría sido divertida, genial, y todos habríamos acabado contentos.

Pero soy un desastre, siempre me dejo llevar, y siempre acabo haciendo cosas que quizás no debería hacer (¿O si?). La cosa es que seguimos bailando un rato, tomamos una copa más y salimos a pasear camino de casa…

- Oye Aless ¿Qué haces solo? Es decir, ¿Porque no tienes pareja?
- Pues, debo ser el eterno solterón, no tengo suerte con las chicas, pobre de mi…
- Será que no quieres, eres divertido, risueño, y eres atractivo.
- Jajajaja, la verdad es que tampoco es algo que me preocupe.
- Haces bien, no hay que obsesionarse por ello, nunca sabes cuando cambiará.
- ¿Qué más da?

Seguimos así mientras caminamos, hasta llegar a casa de Ana, donde también se quedaba Lucía, llegamos al portal, nos despedimos… Y… Me beso, mordiendo mi labio, y sin separarse de mí, ni lograr hacerlo yo de ella, un largo beso, que me dejó con ganas de más, y me da que a ella también, o eso me resultó al notar sus caricias en el pecho bajo mi camisa…
Estaba claro que no podía subir a casa de Ana, así que… Siendo sobre las 4:00 de la madrugada, nos metimos en el portal, en un rincón que hay tras la escalera, y continuamos con los besos y caricias, sobretodo con los besos, largos y húmedos.


Mis manos se colaron bajo su vestido, apretando su culo con fuerza, mientras su boca recorría mi cuello… La levanté, colocándola contra la pared, con sus piernas abiertas, y perdiéndome entre besos míos, y suyos… Sus manos me quitaron botón a botón la camisa, besando mi pecho, con algún mordisco, jugando en mis pezones, mientras una de mis manos subía acariciando su espalda, su pelo, hasta volver a atraer su boca a la mía.
Volví a bajar mis caricias, por su tripa, sus piernas, recorriendo sus muslos con la yema de mis dedos, y disfrutando al notar sus braguitas negras empapadas, presionando suave con uno de mis dedos, jugando, notando su respiración agitada, sus primeros suspiros…

Mi camisa en el suelo, al igual que su blusa, mis besos y mordiscos bajaron a su pecho, librándome del sujetador, jugando con sus pequeños pezones, notando como se endurecían, y como sus suspiros se transformaban en pequeños gemidos.
Ella bajó, arrodillándose para desabrochar mis vaqueros, tirando de ellos hasta el suelo, y viendo mis boxers blancos marcados completamente… Me miró, sonrío, y mordió mi polla suave, rozándola apenas con sus dientes, para luego pasar su lengua por completo.
Tras pasarla un par de veces, o tres, quitó mis boxers para recorrer por completo mi polla, metiéndola en su boca, lamiéndola de abajo arriba, jugando en la puntita, chupando, sin dejar de mirarme con esa carita de niña buena, que tanto morbo da.

La agarré del pelo, atrayéndola a mi boca, mordiendo su labio inferior, tirando de el para continuar con un largo e intenso beso, sin poder separar nuestros labios, arranqué sus bragas, y volví a agarrar su culo con fuerza, levantándola con sus piernas bien abiertas, y clavando mi polla hasta el fondo, dejándola dentro un rato, notando lo empapada y caliente que estaba.
Nuestro calor, sudor, gemidos ahogados entre besos y mordiscos para que no nos oyeran… Comenzando a meterla y sacarla, con golpes suaves.
Después sería más rápido, más intenso, más fuerte, con embestidas duras contra la pared, mientras notaba sus mordiscos dejando marca en mi hombro, y sus fuertes gemidos tratando de no escapar de entre sus labios.

Se giró, colocando sus manos contra la pared, sacando su culito hacia atrás, y mi polla volvió a entrar hasta dentro, hasta el fondo, con embestidas duras, fuertes, sin descanso, sin parar, sus dientes rechinan, apretados, mientras tiro suave de su pelo, agarrando su cintura… No paré hasta que se corrió, algo antes que yo, ella entre suspiros, gemidos reprimidos y sudada, volvió a bajar a comer mi polla, lamiéndola y chupándola hasta hacer que me corriera.

Inevitablemente Ana se enteró días después, cosas que ocurren cuando uno de sus vecinos te ve follándote a su prima en el portal, sin que tu te enteres… Y os aseguro que fue complicado que me perdonara eso, además de difícil de explicar, pero son cosas que pasan, o que me pasan a mí, no voy a cambiar a estas alturas…

1 Pensiero:

Anónimo dijo...

Interesante experiencia...
Suele pasar que, cuando acabas de conocer a alguien, la tensión sexual es mucho más grande y fugaz...
En realidad, lo que más me gusta de las relaciones es el filtreo previo al sexo. El no tener claro lo que siente la otra persona, si está receptiva o no... Esa sensación es pura droga, que hace volverte loca.
Lo malo de estas experiencias, es que después no siento nada (sobretodo cuando se tiene sexo muy al principio de conocer a esa persona). Se convierte en un mero objeto sexual, que estará ahí para quizá otra ocasión, pero ya no me llama tanto la atención...

¡¡Me encantan tus relatos!! Continúa así ;)

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