jueves, 5 de julio de 2012

Colaboración: Baño de Calor


Había hecho mucho calor ese día. La ropa se me pegaba a la piel, toda sudada, y tenía los pies ardiendo de andar arriba y abajo toda la jornada.
Por suerte contaba con que era viernes y podía relajarme durante el fin de semana.
Nada más llegar a casa, me quité los tacones y los dejé tirados en el recibidor mientras desabrochaba el  vestido y me desplomaba sobre el sofá. La cabeza aún me zumbaba de todo el ruido y conversaciones que había tenido que soportar ese día. Unas brazadas en la piscina me sentarían bien y despejarían mi mente.
Cuando bajé a la piscina ya se habían ido los molestos niños de los vecinos y el sol ya no apretaba tanto. Dejé las cosas en una hamaca y me metí poco a poco en el agua. Estaba bastante tibia, por lo que me zambullí sin pensármelo dos veces. Me puse a bucear hasta que me quedé sin aire y tuve que salir a la superficie.
      -Pensé que tendría que saltar a rescatarte- La voz provenía de la hamaca más cercana. Se trataba de un vecino de la comunidad, Javier. Más de una vez me lo había encontrado en el ascensor, sólo habíamos intercambiado unas pocas palabras, las típicas conversaciones sobre el tiempo, la crisis, cosas del vecindario… Pero ahora estaba ahí en frente, hablándome con un tono mucho más relajado y con una mueca divertida en la cara.
-Recordé que no soy un pez y tuve que salir a respirar- era la mayor tontería que había soltado en meses, pero Javier se rió y comenzó a acercarse al agua.
Estuvimos hablando animadamente de nuestras cosas mientras jugueteábamos en la piscina. A penas quedaban 2 personas más con nosotros, cuando Javier me dijo:
-Sabes, no te rías de mí, pero siempre que salgo de casa tengo la esperanza de cruzarme contigo… -Me miró a los ojos, su mirada había cambiado, ahora era mucho más intensa y sentía que le desarmaba, se me oprimía el pecho y una sensación magnética se creaba entre los dos, estaba absolutamente lista para saltar sobre él.
-Yo… - Le acaricié su brazo mojado. Tenía un físico impresionante, nunca me había fijado lo suficiente. Su piel era suave y tersa, del cabello mojado le caían gotitas que salpicaban su amplia espalda. Estaba paralizada por ráfagas de emociones.


Él se acercó más. Miró alrededor, nos habíamos quedado solos. Bajó sus manos acariciando mi cintura y me envolvió con sus brazos, sin rozar en ningún momento mis pechos, que temblaban como cachorritos que ansían unas caricias:
-Eres preciosa. – Nos comenzamos a besar. Una descarga eléctrica surgía en mi interior. Javier casi podía rodear mi cintura con las manos, mientras me empujaba hacia él y su dura entrepierna.
-Me vas a volver loca… - Le cogí de la cabeza con las manos y los besos fueron más intensos, nuestras lenguas húmedas se movieron con más energía.
Javier me cogió en volandas y se puso contra la pared de la piscina, nuestras entrepiernas se rozaban ahora muchísimo más, ya que me había dejado completamente abierta de piernas contra él. Me desató el bikini, dejando mostrar mis pezones erectos. Sus dedos eran muy fuertes y hábiles. Mi cabeza estaba a punto de desconectar y mi cuerpo a punto de asumir el mando.
-¿Tiemblas porque tienes miedo?- Preguntó.
-¿Qué?- Ni me había dado cuenta que temblaba- No. Soy yo, que estoy muy caliente.-Javier soltó una carcajada y volvió a besarme.
Sus manos empezaron a moverse sin cesar sobre cualquier espacio libre de mi piel que pudieran encontrar, acariciándome y excitándome. Se retiró y se inclinó para lamer mi pecho y mordisquear mis pezones. Aquello me volvió loca.


-¡Aaaahh! Mmmm, me encantas… - dije susurrándole a la oreja.
Su mano se deslizó entre mis piernas, y yo hice lo propio con las mías.
-Salgamos fuera- dijo, con voz casi entrecortada, y moví afirmativamente la cabeza.
Ya había oscurecido. Me dirigí hacia la hamaca que tenía mi toalla, y de golpe sentí su aliento por detrás de mi cuello, mientras me acariciaba y notaba su virilidad palpitante en mi espalda, me volví hacia él y continuamos dónde lo habíamos dejado, pero a un ritmo más frenético sobre la hamaca.
Le bajé el bañador y me hice con su pene duro y grande. Primero lo acaricié con mis manos de arriba abajo, y comencé a lamer la punta, mirándole a cara. Aquello le enloqueció. Iba a proseguir con mi boca, cuando, de pronto, Javier se colocó encima de mí, dispuesto a penetrarme. Yo estaba muy excitada y le guié con mi mano hacia el lugar adecuado, con su pene duro rozando mi clítoris.
-Sara- dijo con voz ronca, y empujó.
Aún estando muy excitada y húmeda, no pude evitar gritar al recibir el impacto.
-Mírame – me dijo al oído, y se retiró. Su boca y dedos pasaron a ocupar el lugar de su pene. Levantó la vista para asegurarse que lo estaba mirando –lo estaba-. Sus dedos dieron de lleno en mi punto interior y una oleada de electricidad me invadió, me corrí. Javier me besó de nuevo en la boca y volvió a penetrarme. Esta vez lo hizo mucho más deprisa y fuerte, me sentía llena con su pene dentro de mí. Cada embestida me creaba una oleada de placer en mi interior. De vez en cuando me la dejaba metida hasta el fondo, notando cómo palpitaba dentro mío.
-Me voy a correr- le dije. Acto seguido me cambió de posición y me puso a cuatro patas.
-Voy a hacer que veas las estrellas- me clavó su pene con fuerza, y volvió a embestirme, cada vez a un ritmo más fuerte, haciéndome llegar al éxtasis. Me cogió de los brazos, quedando suspendida a su merced.
-Me corro... ¡Me corro!- ya no podía más. Me cogió por las caderas y me penetró más rápido e intensamente, casi partiéndome en dos. Él se corrió justo después que yo, y se derrumbó sobre mí. Pasados unos minutos, levantó la cabeza para mirarme y me besó.
-Ahora sí, tengo frío. Vamos dentro.

 Scritto da: @Arcoseno

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