miércoles, 27 de marzo de 2013

Encuentros en la Lluvia -12-



Por fin, tras varios días en cama, Paolo pudo volver a su rutina diaria, ducha, café, trabajo, trabajo, trabajo… Y casa. Decidió dejar de visitar el “Blue Note” durante unos días más, dar un descanso a su mente, probablemente este estrés personal que tenía, no le había ayudado en exceso a mejorar antes de su enfermedad.
Así pues, esa noche, invitó a cenar a sus amigos a casa… Preparó pizza casera, y disfrutó de una noche relajada con sus más allegados, sin dar vueltas a sus pensamientos, al menos, en exceso.

Julia estaba confundida, tras haber pasado la noche leyendo las notas una y otra vez, estas no paraban de hacer que se planteara mil preguntas… Recordaba esos “Me faltas”, “Te añoro”, “Necesito verte”, “No te vas de mis pensamientos”.
Pero ante todo, esa última frase “No entiendo el porqué, ni trato de hacerlo, pero te necesito… Solo quiero una oportunidad, solo necesito que me dejes demostrarlo”.
Y es que ella quería hacerlo, quería dejarlo demostrarlo, necesitaba verle tanto como él verla a ella, y al igual que Paolo, no entendía el porqué, simplemente era algo que sentía.

Decidió volver al “Blue Note”, no avisó ni a Paula, ni a Judith, quiso ir sola confiando en encontrase allí a ese hombre italiano que no paraba de revolotear en sus pensamientos, y hablar con él, claramente, dejándole explicarse y dándole la oportunidad de demostrarle… ¿Qué? Pues lo que él pueda demostrar, está vez iba a dejarle hablar, e iba a creerle.

La noche era lluviosa, el cielo estaba cerrado, las nubes no dejaban asomar a la luna, y ella caminaba mojándose ante la leve lluvia con la que inició el camino hacia el pub.
Se sentó en una esquina del local, en una mesa pequeña, pidió un Gin-tonic, y simplemente esperó… Esperó una hora, esperó dos horas, esperó tres horas… Se acercó a la barra y le preguntó a Marta si había vuelto a ver al hombre de las notas, pero esta le dijo que no.

Una vez se hubieron marchado los amigos de casa, Paolo recogió un poco la casa… Su pequeña obsesión con el orden no le permitía dejarlo todo de cualquier manera hasta el día siguiente, y pensó en ver un poco la TV antes de ir a dormir… Eran las 00.08, se sentó y… Quedó mirando el reloj, no podía quitarle ojo… ¿Y si? No… Pero ¿Y si Julia estaba allí? ¿Y si había ido estos días en que estuvo enfermo? ¿Y si está perdiendo su oportunidad?
Contra todo pronóstico se puso unos vaqueros y un jersey negro, y salió rápidamente a la calle, camino del local habitual, tenía ese presentimiento, y no podía dejarlo pasar…

Julia se cansaba de esperar, y marcó las 00.30 como hora límite, en ese momento volvería a casa, tampoco iba a pasar toda la noche esperando a alguien con quien no había quedado.
Pasaron los minutos, y aun con una pequeña contradicción en su interior, Julia se levantó, pagó y salió por la puerta… No sin antes dejar una nota a Marta.
Paolo llegó justo… Cuando Julia acababa de marchar, quizás la incesante lluvia dificultó que pudiera verla a lo lejos, y nada más entrar, preguntó cómo cada noche que había ido al local, por la pequeña Julia… Tras observar a su alrededor y esperar la respuesta habitual (no ha venido), se llevó una pequeña sorpresa.

- Si, acaba de marchar, pero me ha dejado esto para ti.
- ¿Para mí?
- Si, toma.

Cogió la nota, la abrió y descubrió un número de teléfono… No tardó ni un segundo en marcar rápidamente y llamar, no lo pensó, y no quiso hacerlo.

- ¿Si?
- ¿Julia?
- Sí.
- Julia… Julia… Soy Paolo, necesito verte.
- Acabo de marchar.
- Solo dime donde, e iré.
- Sal del “Blue Note” y camina simplemente hacia delante.
- ¿Solo?
- Sí.

Y así lo hizo, tras salir, comenzó a andar calle adelante sin separar el móvil de su oído, pero también sin decir ni una sola palabra… Quedando completamente empapado pues no se molestó ni en coger su paraguas.
A su vez en sentido contrario caminaba Julia, de la misma forma, buscando en la lejanía encontrarse con esa cita que había esperado horas antes, y que llegó cuando no la esperaba.
Apenas un par de minutos después, estaban el uno frente al otro, a escasos 5 centímetros, mirándose y completamente empapados. No dijeron ni una sola palabra, guardaron el móvil y…



Continuará…

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