miércoles, 21 de noviembre de 2012

Encuentros en la Lluvia -1-



Una mañana de noviembre el día amanecía entre estruendosos truenos y una lluvia incesante… Él conducía hacia el trabajo, ella por el contrario caminaba sin paraguas camino de casa, totalmente empapada y sonriente. A él le gustaba la lluvia, pero particularmente cuando no tenía que trabajar, salir de casa con ese tiempo no era de agrado, ella en cambio disfrutaba de las gotas cayendo sobre su piel y su ropa, y pese al constipado que le esperaba, no dejaba de sonreír.

A todo esto aun no os presenté a él y a ella.

Él era Paolo, un abogado de prestigio, que alternaba la seriedad en el trabajo y la diversión con los amigos, la elegancia de su traje con los vaqueros habituales, alto, de ojos azules, mirada intensa, y músculos ligeramente marcados debido a su afición por practicar deporte, tanto en el gimnasio, como en la piscina o en la cancha de basket con los amigos.

Ella era Julia, una estudiante de filología clásica, para nada la típica chica siempre arreglada… Era de estatura media, delgada, de ojos oscuros, marrones, de curvas pronunciadas, pero con pantalones anchos, o vestidos poco ceñidos, le gustaba vestir grandes jerséis, sin preocuparse por las “pintas” que pudiera llevar habitualmente.

Eran como la noche y el día, pero a veces el destino (en el que yo no creo), te coloca en el lugar propicio en el momento adecuado…
Ambos vivían en Madrid, él en un piso en el centro, y ella en la residencia de la Universidad, pero ninguno de ambos era madrileño, Paolo nació en Arezzo, y se mudó a causa de estudios y trabajo con el tiempo a la capital española… Y Julia decidió continuar sus estudios en esta misma.

Más o menos creo haberos situado bien, solo me falta decir que Paolo tenía 36 años, y Julia 23… Y que está no es una historia más, sino que será una larga historia donde veremos como avanzan las vidas de estas dos personas principalmente, tanto unidos, como por separado.

Pero para ello, antes debía suceder el momento… El encuentro entre ambos por primera vez, y es que cuando Paolo estaba apunto de llegar al despacho una chica se le cruzó corriendo por mitad de la carretera, y le obligo a frenar bruscamente, patinando un poco la parte trasera del coche… Por suerte ante el poco tráfico en esa zona (exteriores de Madrid), no ocurrió mayor desgracia.

- Pero donde ibas por mitad de la carretera, ¡Estás loca!
- Disculpe, disculpe, es que  no vi girar el coche, y creía que no venía nadie.
- ¿Tan difícil es caminar tres pasos más y cruzar por el lugar correcto?
- Tiene toda la razón, no tengo excusa, como compensación, le daré esto.

Ella se acercó al coche, estaba tranquila, sonriente aun… Paolo andaba descolocado ante su expresión alegre.  Entonces de una carpeta que llevaba escondida bajo la chaqueta sacó una invitación a un pub.

- Toco ahí todos los jueves, ve a verme y te invitaré a tomar algo, es mi manera de disculparme.
- No tengo intención de ir a ningún lugar, procura ir con más cuidado, y deberías cubrirte de la lluvia.

Cerró la puerta del coche y marchó con prisa al despacho, pero sin evitar mirar por el retrovisor a la chica sonriente aun quieta, observando como desaparecía el coche en la lejanía.
Al llegar al trabajo echó un ojo al coche y vio la invitación que había recibido tirada en el suelo del mismo, la cogió y la metió en la chaqueta con intención de tirarla.
Julia caminó hasta su casa, se desnudó por completo y se metió directamente en la ducha, con el agua bien caliente cayendo sobre su fría piel, y recordando aquel incidente que había tenido, estaba convencida de volver a verle, ella si que creía en el destino.


Continuará… 

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