- Paolo…
- Di-me
- ¿Estás nervioso?
- N… o
Julia comenzó a reír ruidosamente, y terminó
de quitar la camisa de Paolo, comenzando a secarle con la toalla. Primero la
espalda, luego el pecho, los brazos… Él seguía sin moverse apenas. Julia lo
cogió de la mano y lo sentó en la cama y comenzó a besar sus labios repetidas
veces, besos cortos, suaves, dulces… Pero intensos.
Estaba más decidida que el maduro italiano, y
eso la divertía… Su sonrisa bajaba junto a sus besos siguiendo el camino que
marcaba su cuello, lentamente sin dejar un centímetro por recorrer. Después
continuó por su pecho aun húmedo, a la vez que sus manos le iban tumbando,
recorriendo sus pectorales lentamente, alternando ambos lados, y levantando la
mirada para ver las reacciones de un Paolo que por fin se iba relajando.
Él comenzó a acariciar su pelo mientras Julia
continuaba besándolo recorriendo sus abdominales, jugando en su ombligo, y
comenzando a desabrochar sus pantalones, con una amplia sonrisa en su cara.
Los pantalones de Paolo bajaban al ritmo que
los labios y la lengua de Julia continuaban su camino, ahora bajando a sus
piernas, cuando él cambió sus caricias por un agarrón de su cabello y la subió
hasta su boca, para darle un largo, caliente y húmedo beso.
Mordió su labio, jugó con su lengua, la
apretó contra su cuerpo… Ella se acomodó abriendo sus piernas, y siguiendo los
juegos de Paolo, los mordiscos, y las uñas acariciando la espalda, sin dejar
marca… Por ahora.
Paolo cogió a Julia y la colocó de golpe bajo
él, cambiando las tornas, siendo él quien comenzó a recorrer a la joven chica,
bocado tras bocado, hasta llegar a un sujetador que no quitó… Sino que lo
arrancó directamente, rompiéndolo, y pasando a lamer y morder sus pechos, sus
pezones, notando como se endurecían, y jugueteando con la puntita de su lengua
en ellos.
Ahí nacieron los primeros suspiros de Julia,
quien además soltaba pequeñas risas, las cual desconcertaban ligeramente al
italiano…
Pero aun así continuó su camino, pero
volviendo por donde bajó. Primero su pecho, después su cuello, y acabó en sus
labios, con besos cortos que dejaron el camino a otros más largos.
Las caricias de ambos se sucedían, ella
acariciaba su pelo, su espalda, dejándola notar sus dedos, sus manos, sus uñas,
y sus mordiscos en el labio inferior con sonrisa incluida…
Él agarraba su culo, para seguir por su
espalda, girando hacia su tripa y sorprendentemente para Julia… Bajando rápidamente
hasta colarte bajo sus pequeñas bragas, notando el calor que de ahí nacía. Un
pequeño sobresalto que no varió más que la intensidad de los gemidos que nacían
de entre los labios de ella, gemidos ahogados entre sus besos, cada vez más
apasionados.
- No sabes cuánto te deseo Paolo.
- No sabes cuantas veces he pensado en esto…
Y entonces…
Continuará...