Me
giras, volviéndote colocar sobre mi, y acercándote
a mi oído para susurrarme “¿Ya no puedes más?” mientras sonríes ante tu
provocación, la cual sabes que surtirá efecto.
Empiezas
a morder el lóbulo de mi oreja, bajas lamiendo mi cuello, y mientras mis dedos
enredan en tu pelo, tus besos y mordiscos bajan recorriendo mi pecho,
repartiendo cada uno de ellos como si no quisieses dejar ni un solo rincón sin
llenar con uno de ellos.
Pasas
por mi cintura, y antes de continuar bajando, mientras notas como tengo
agarrada esa melena pelirroja, me miras con esos ojos que gritan… Y que me
dicen, voy a devorarte.
Pasas
tu lengua por mi polla, pero solo la puntita, para dejarme con ganas de más…
Mordisqueas, lames mis piernas, pero sabes que es lo que deseo, y de nuevo
sonriente bajo tu picardía, tu provocación, sin dejar de mirarme, te acercas
lentamente hasta pasar toda tu lengua por mi polla, haciendo que comience a
crecer de nuevo.
Sigues
jugando con ella, lamiéndola, chupando la punta y acariciándola mientras lo
haces, mis manos no sueltan tu pelo, mis ojos no te pierden de vista, mi boca
deja escapar unos suspiros.
No
paras, sigues, mi polla en tu boca, está dura deseándote y tu empiezas a
chuparla entera, de arriba abajo, sin dejar nada por recorrer, jugueteando con
tu lengua, con tus manos acariciándome, y haciendo que mis suspiros se
conviertan en gemidos.
La
agarras con tu mano y empiezas a masturbarme, mientras sigues chupando la
punta, sin parar tu lengua, volviéndome loco mientras atraigo tu cabeza hacia mí,
por simple instinto, vas a hacer que me corra de nuevo, lo sabes, y lo deseas
tanto como yo.
No
paras hasta que me corro en tu boca, limpiando bien mi polla luego, y acompañando
con caricias tu ascensión hasta mi pecho, donde me besas, y te quedas mirándome.
“Me
hago mayor eh…” Te digo con la sonrisa en la boca, mientras intento recobrar el
aliento y suelto un largo suspiro, pero aun no soy tan mayor como para no
devolverte la “jugada”.
Mis
manos te atraen hacía mí, acariciando todo tu cuerpo sudoroso, caliente,
recorriendo tu espalda con la yema de mis dedos, hasta agarrar ese culo con mis
grandes manos haciéndote llegar a mi altura para poder susurrarte “¿Ya no
puedes más?”, mientras tu sueltas una carcajada.
Muerdo
tu cuello, dedicando unos minutos a recorrerlo varias veces… Me pierdo entre
tus tetas, jugueteando y mordisqueando esos pezones duros, firmes, que tanto me
gustan.
Mis
manos mientras siguen a lo suyo, entreabriendo tus piernas y deshaciéndose en
caricias en tus muslos, apretándolos, y haciéndote notar la fuerza de las
mismas, acercándome a la humedad que hay entre ellas.
Bajo
besando tu tripa muy despacio, notando el movimiento de esta a causa de tu
respiración agitada, del nerviosismo provocado por el deseo, y mi mano está ya
frotando suave tu coño
Mientras
mi boca baja, mis dedos comienzan a colarse en ese coño mojado, caliente,
deseoso de sentirme, de que lo haga mío, como toda tu. Bajo hasta tus muslos, recorriéndolos
con la lengua, paso del uno al otro acercándome a tu coño pero sin llegar a él,
y sin dejar de jugar con mis dedos.
Justo
cuando saco estos, paso mi lengua recorriéndolo por completo, mojado, ardiendo,
y quiero derretirlo, comienzo a chuparlo, a lamerlo una y otra vez, pasando mi
lengua sin descanso, dejándola colarse dentro, descubriendo la facilidad con la
que se cuela por la humedad del mismo, y disfrutando cada segundo mientras
agarro tus piernas abiertas con mis manos.
Sigo
jugando, colando mi lengua ahora con más frecuencia, recorriéndolo por
completo, para sacarla lamiendo todo tu coño, recorriéndolo entero y notando el
movimiento de tu cuerpo al ritmo que sigo lamiendo. Mueves tus caderas y ahora
eres tu quien aprieta mi cabeza contra ti, no quieres que pare, lo se, sigo,
más intenso, sin dejar de lamerte, juego con mi lengua, con la puntita, y
después vuelvo a pasarla por completo, tus suspiros son gemidos, y estos
aumentan en intensidad, gritas “Sigue, no se te ocurra parar”, pero sabes que
no voy a hacerlo, y mientras tus muslos están más aprisionados entre mis
grandes manos, tus piernas están más abiertas y tu más mojada, yo continuo
lamiendo, hasta notar pequeños espasmos, hasta que no puedas más y suene tu
grito de placer, hasta que tus manos dejan de apretar mi cabeza… Y acabas corriéndote.
Me
coloco junto a ti, y dejas caer tu cabeza sobre mi hombro “No estás tan mayor” me
dices arrancándome una sonrisa mientras tu también sonríes, me das otro pequeño
mordisco, y quedas a mi lado, ambos sudados, rendidos, o no…