Todo era extraño, Julia no sabía que hacer, Paolo necesitaba hablar con ella, los amigos de ambos estaban totalmente sorprendidos, y apenas sabían de que iba la historia en cuestión.
-
Julia, necesitaba decirte algo…
-
Paolo, de verdad, déjalo.
- Solo
tomemos un café, hablamos, y no te volveré a molestar.
- ¿Para
qué?
-
Porque aun no entiendo la razón, pero no desapareces de mi mente ni de noche,
ni de día.
- …
- Solo
un café, y si no quieres, no volverás a verme.
Ambos
estaban completamente empapados, las amigas miraban a Julia desconcertadas… Los
amigos animaban a Paolo a marchar… Y cuando estaba apunto de hacerlo, tras
agachar la cabeza, tras soltar su brazo casi por inercia…
- Solo
un café…
- Si,
solo un café Julia.
- De
acuerdo.
Ambos
marcharon juntos hasta una cafetería cercana… Y tanto Judith y Paula por un
lado, como el resto de amigos de Paolo por otro, se marcharon, aunque realmente
las dos primeras no andaban demasiado lejos.
Se
sentó Julia, y frente a ella Paolo, estaban empapados, el pelo de Julia goteaba
sobre la mesa… El camarero se acercó a preguntar, mirándolos un poco
sorprendido.
-
Tomaré un café solo.
- Yo
tomaré lo mismo.
Tras
marcharse el camarero, comenzaron a hablar, con nerviosismo, pero sin pausa.
- ¿Qué quieres
Paolo? Me lo dejaste claro el primer día, y luego la noche que me diste
plantón.
- Ya te
dije que pasó ese día, de verdad, ha sido todo extremadamente raro.
-
¿Raro? ¿Sabes que es pasarte más de media hora esperando a alguien que no sabes
si llegará?
- Lo
siento… De verdad que lo siento.
-
Puedes sentirlo mucho, pero no me basta con eso.
- ¿Y
que quieres que haga? No puedo volver atrás…
- Nada,
tengo claro que fue un error, una niñería mía el pensar en el destino, y esas
estupideces.
Las
duras palabras de Julia crearon un ligero silencio, alargado por el camarero al
traer ambos cafés.
- Desde
esa mañana, en la que casi te atropello, no he podido sacarte de mi cabeza, y
lo he intentado con insistencia. Lo que te dije esa primera noche, esas
palabras, iban dirigidas más a mi que a ti… Quería auto convencerme, pero no
puedo, no lo entiendo, pero sigues ahí.
- ¿Eso
es todo Paolo? Eso es lo que tienes que decirme… Que lo sientes mucho, que te
has encaprichado de una chica, a la que cuando te canses, dejarás sin más,
cuando te aburras.
- Yo
nunca me encapricho, ni creo en el destino, ni en los flechazos, ni en nada de
eso… No soy una persona fácil en las relaciones, ni suelo fijarme en cada chica
que pasa…
- Pero
de mi si… Que típico suena eso, de verdad.
- No
puedo convencerte, no puedo usar más que palabras si no me dejas demostrarlo
con hechos. No pue…
- Nada.
Déjalo de verdad, estamos perdiendo el tiempo, tú simplemente te has fijado en
una chica joven por un par de coincidencias. Yo me dejé llevar por mis
ilusiones estúpidas.
Julia
se levantó y se marchó rápidamente, evitando que Paolo consiguiera ver las
lágrimas que brotaban de sus ojos… Dos calles más adelante sus amigas estaban
esperándola, y la acompañaron hasta casa para hablar con ella.
Paolo
se quedó sentado al menos 10 minutos más, sin apenas moverse, pensando,
recordando las palabras de esta chica, y planteándose si debía dejarlo correr,
o seguir intentado hacer algo. Poco después se levantó dejando el dinero de los
cafés sobre la mesa… Y salió de la cafetería con las ideas claras.
Continuará…
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