viernes, 21 de diciembre de 2012

Encuentros en la Lluvia -10-


Todo era extraño, Julia no sabía que hacer, Paolo necesitaba hablar con ella, los amigos de ambos estaban totalmente sorprendidos, y apenas sabían de que iba la historia en cuestión.

- Julia, necesitaba decirte algo…
- Paolo, de verdad, déjalo.
- Solo tomemos un café, hablamos, y no te volveré a molestar.
- ¿Para qué?
- Porque aun no entiendo la razón, pero no desapareces de mi mente ni de noche, ni de día.
- …
- Solo un café, y si no quieres, no volverás a verme.

Ambos estaban completamente empapados, las amigas miraban a Julia desconcertadas… Los amigos animaban a Paolo a marchar… Y cuando estaba apunto de hacerlo, tras agachar la cabeza, tras soltar su brazo casi por inercia…

- Solo un café…
- Si, solo un café Julia.
- De acuerdo.

Ambos marcharon juntos hasta una cafetería cercana… Y tanto Judith y Paula por un lado, como el resto de amigos de Paolo por otro, se marcharon, aunque realmente las dos primeras no andaban demasiado lejos.
Se sentó Julia, y frente a ella Paolo, estaban empapados, el pelo de Julia goteaba sobre la mesa… El camarero se acercó a preguntar, mirándolos un poco sorprendido.

- Tomaré un café solo.
- Yo tomaré lo mismo.

Tras marcharse el camarero, comenzaron a hablar, con nerviosismo, pero sin pausa.

- ¿Qué quieres Paolo? Me lo dejaste claro el primer día, y luego la noche que me diste plantón.
- Ya te dije que pasó ese día, de verdad, ha sido todo extremadamente raro.
- ¿Raro? ¿Sabes que es pasarte más de media hora esperando a alguien que no sabes si llegará?
- Lo siento… De verdad que lo siento.
- Puedes sentirlo mucho, pero no me basta con eso.
- ¿Y que quieres que haga? No puedo volver atrás…
- Nada, tengo claro que fue un error, una niñería mía el pensar en el destino, y esas estupideces.

Las duras palabras de Julia crearon un ligero silencio, alargado por el camarero al traer ambos cafés.


- Desde esa mañana, en la que casi te atropello, no he podido sacarte de mi cabeza, y lo he intentado con insistencia. Lo que te dije esa primera noche, esas palabras, iban dirigidas más a mi que a ti… Quería auto convencerme, pero no puedo, no lo entiendo, pero sigues ahí.
- ¿Eso es todo Paolo? Eso es lo que tienes que decirme… Que lo sientes mucho, que te has encaprichado de una chica, a la que cuando te canses, dejarás sin más, cuando te aburras.
- Yo nunca me encapricho, ni creo en el destino, ni en los flechazos, ni en nada de eso… No soy una persona fácil en las relaciones, ni suelo fijarme en cada chica que pasa…
- Pero de mi si… Que típico suena eso, de verdad.
- No puedo convencerte, no puedo usar más que palabras si no me dejas demostrarlo con hechos. No pue…
- Nada. Déjalo de verdad, estamos perdiendo el tiempo, tú simplemente te has fijado en una chica joven por un par de coincidencias. Yo me dejé llevar por mis ilusiones estúpidas.

Julia se levantó y se marchó rápidamente, evitando que Paolo consiguiera ver las lágrimas que brotaban de sus ojos… Dos calles más adelante sus amigas estaban esperándola, y la acompañaron hasta casa para hablar con ella.
Paolo se quedó sentado al menos 10 minutos más, sin apenas moverse, pensando, recordando las palabras de esta chica, y planteándose si debía dejarlo correr, o seguir intentado hacer algo. Poco después se levantó dejando el dinero de los cafés sobre la mesa… Y salió de la cafetería con las ideas claras.

Continuará…

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