Pasó
toda la mañana fuera, entre reuniones y juzgados, y al volver al despacho tenía
a su jefe una vez más esperando.
- Paolo,
tenemos que hablar del caso Rivera.
- Ya le
he dicho que no defenderé a ese hombre.
- A ver
Paolo, has defendido a mucha gente culpable, ¿A que vienes esto ahora?
- A que
no voy a defender a un cabrón que violó a una menor, a que tengo sobrinas de
esa edad, a que si lo tuviera delante es más fácil que le golpeara, a que
tratara de hacer algo por él.
Su jefe
quedo callado durante unos instantes, mirándolo fijamente… Paolo no sabía si
quizás pudo haberse excedido, pero no se arrepentía de sus palabras.
-
Paolo, es nuestro trabajo aunque no nos guste, es lo que hacemos, nosotros no
juzgamos, para eso ya hay otros.
- Arturo,
sabes que nunca te he negado un trabajo, pero esta vez no vas a convencerme. Se
a lo que me dedico, y se porque lo hago, pero esta vez no.
- Está
bien… Pero he de admitir que no me lo esperaba de ti.
- Lo
lamento, pero mi decisión está tomada.
Julia
se saltó las dos únicas clases que tenía el viernes, prefirió quedarse
descansando, había tenido una semana muy ajetreada y la noche había sido larga
pese a no haber llegado tarde a casa. La verdad es que había dado muchas
vueltas a la nota que Paolo le había dejado, y estaba hecha un lío, por un lado
estaba convencida de que debía dejar ese tema de lado, pero por el otro, la
nota la había confundido. De repente sonó el teléfono y Julia tras
sobresaltarse atendió la llamada.
- ¿Si?
- Julia
soy Paula, ¿Por qué no has venido a clase?
-
Estaba muy cansada, necesitaba dormir, y pensar.
-
¿Estás bien? Te noto rara.
- Si,
si, claro, perfectamente.
- ¿Seguro?
Desde que te dieron esa nota anoche, estás muy rara.
- De
verdad Paula.
- ¿De
quien era la nota? ¿Era del hombre ese?
- No
era nada, de un viejo amigo.
- No me
engañes…
- En
serio, no te preocupes Paula, te veo luego.
-
Vaaaaale.
Tras
colgar, Julia releyó la nota:
“Te veo
mañana en el mismo sitio, a la misma hora… Paolo”.
Cogió
la manta y se tapó la cabeza, debajo de la cual pasó gran parte de la mañana
pensando si acudir o no a la “cita” propuesta por el hombre que estuvo apunto
de atropellarla, y el cual en su primer encuentro ya le había dicho que se
olvidara de él… ¿Qué le pasaba? ¿Por qué cambiaba así de idea?
Paolo por
el contrario tras la discusión con su jefe, vio como su día alegre se
transformaba en un desastre, todo comenzó a salirle mal, y para culminar un
maravilloso día, un atasco infernal le hizo llegar a casa a las 21.30 de la
noche… Tal cual entró por la puerta fue lanzando partes del traje por la casa,
corbata, camisa, todo… Y se metió bajo la ducha.
Al
salir de esta se puso cómodo, se preparó algo de cenar y puso la televisión, al
mirar la programación fue cuando por fin se dio cuenta de la hora que era:
22.45.
Julia
finalmente se presentó en el “Blue Note” a las 22.00 de la noche, la misma
hora, el mismo lugar, se había decidido tras pensarlo mucho. Pidió una copa y
espero pacientemente.
A las
22.30 y tras la segunda copa comenzó a dudar de todo, de él, de si había hecho
lo correcto, de si se estaba riendo de ella… A las 22.50 decidió marcharse.
Continuará…
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