Se llamaba Susana, su cabello rubio, sus ojos azules como el mar, y su sonrisa capaz de derretir los polos por si sola… Su pecho no es excesivo, pero sus curvas dan para perderse durante una eternidad.
Normalmente comienzo contándoos el donde, el cuando, el como… Pero eso es irrelevante, ante tal mujer… Tal belleza, aun así, os diré que ocurrió para que mis labios pudiesen saborear tal delicia.
La primavera ya había llegado, cambios de hora, cambio de clima o no… La lluvia apareció por sorpresa tras unos días en los que el calor comenzaba a sentirse, volvió el ligero frio.
Tras un larguísimo día de trabajo salí derecho a casa, llovía a cántaros, cogí el coche y para completar la maravilla de miércoles que llevaba, cogí un atasco tremendo… Tras más de una hora en el camino, conseguí llegar, dejé el coche en el garaje, me preparé algo caliente y anduve viendo el telediario mientras comía.