lunes, 26 de marzo de 2012

El Paseo por el Paseo...

Se llamaba Susana, su cabello rubio, sus ojos azules como el mar, y su sonrisa capaz de derretir los polos por si sola… Su pecho no es excesivo, pero sus curvas dan para perderse durante una eternidad.
Normalmente comienzo contándoos el donde, el cuando, el como… Pero eso es irrelevante, ante tal mujer… Tal belleza, aun así, os diré que ocurrió para que mis labios pudiesen saborear tal delicia.

La primavera ya había llegado, cambios de hora, cambio de clima o no… La lluvia apareció por sorpresa tras unos días en los que el calor comenzaba a sentirse, volvió el ligero frio.
Tras un larguísimo día de trabajo salí derecho a casa, llovía a cántaros, cogí el coche y para completar la maravilla de miércoles que llevaba, cogí un atasco tremendo… Tras más de una hora en el camino, conseguí llegar, dejé el coche en el garaje, me preparé algo caliente y anduve viendo el telediario mientras comía.

Tarde de gimnasio, me gusta, me relaja… Soy así de raro… El cielo había dado un poco de tregua, así que aproveché para dar un paseo tras la ducha, caminé junto a la playa durante más de media hora, gran idea la mía… Eso mismo pensé cuando comenzó a llover, mi camisa blanca y vaqueros se empaparon rápido, y por fin conseguí encontrar donde cobijarme, en un pequeño pub cercano.

Allí estaba ella, pero no me di cuenta, estaba empapado me miraron mal al entrar, y solo quería refugiarme, hasta que una nueva tregua me permitiera llegar a casa… Tras pedirme que me sentara cerca de la puerta (y un poco a regañadientes), conseguí que me sirvieran un café para ayudarme a entrar en calor, una vez más relajado la vi, estaba en la barra, sola, tomando una cerveza, me miró de reojo, y podría decirse que me ignoró.


Ella llevaba una falda ceñida y corta, contradictoria al jersey negro que cubría su parte superior, se levantó, miró de reojo, y se marchó… Que iba a hacer yo pues sino levantarme, y caminar tras de ella, sin ser demasiado discreto, si es que podría haberlo sido con mi camisa y mis vaqueros aún empapados.
Continuó andando, al igual que lo hice yo, sin fijarme siquiera en el hecho de ir en sentido contrario a mi casa… Paró por fin, sentándose en un banco frente a la playa, y yo, que la cabeza la tengo para adornar, directamente fui e hice lo propio, sentándome junto a ella.

Ella siguió con sus cosas, yo me dediqué a mirar el mar… Hasta dejé de hacer el tonto (o lo hice aún más) y comencé a hablar.

- Me encanta caminar por el paseo marítimo, mirar el mar, es un gustazo.
- …
- Y andar por la arena, oyendo el sonido de las olas… Cuando no llueve, claro.
- …
- Por cierto, el banco está mojado, igual deberías haberte fijado…
- …
- Bueno, me llamo Alessandro, que me salté lo más importante.
- ¿Vas a seguir así mucho tiempo? (Preguntó).
- Que va, solo hasta conseguir entablar una conversación contigo, o me mandes a paseo.
- Ah bien, entonces ya puedes continuar caminando.
- La simpatía es tu punto fuerte, está clarísimo.
- …

Bueno, lo normal habría sido que hubiera marchado, pero… Que queréis que os diga, cuando me da por algo o alguien, pues eso, que soy bastante cabezota, no voy a mentir.

- Bueno, pues no te molesto más.

Me levanté, salté a la arena, me libré de la camisa y el pantalón dejándolo en la arena mojada, y me tiré de cabeza al agua, que estaba bastante calmada.
¿Por qué? No lo se, así soy yo, voy por impulsos, nadé y nadé… Y cuando menos logré arrancarla una sonrisa disimulada en la distancia, cuando comenzó de nuevo a llover, pero esta vez no me preocupé, seguí nadando, total… Ya estábamos empapados tanto mi ropa como yo.
Ella abrió su paraguas, se levantó y se quedó mirando.

- ¿De verdad no vas a salir del agua? (Dijo).
- Aquí se está estupendamente ¿Donde me va a molestar menos la lluvia?
- Pues en cualquier lugar bajo techo, digo yo.
- Vale, acompáñame a tomar algo, y saldré.
- ¿Acaso crees que me preocupa que te mojes?
- No, supongo que no, pero estás ahí, hablando conmigo.
- Jajajaja, de acuerdo, sal.

Me vestí, y sinceramente pocas veces habré estado en una situación peor, debía ser algo así como una croqueta, entre el agua y la arena de la playa en mi ropa y mis pies… Ante tal imagen, estaba claro que no me dejarían entrar en ningún lugar, así que fuimos a mi casa, disfruté de una ducha, y como nuevo, salí con una camisa negra, y unos nuevos vaqueros, preparado para salir con la pequeña Susana.


Ella estuvo esperando en el salón, después cogimos el coche y fuimos a uno de mis locales preferidos, cenamos, tomamos un par de copas, charlamos.

- ¿Estás realmente loco, verdad?
- Eso igual debería preguntártelo yo a ti, has salido con un tío que tenía la ropa empapada, te siguió, y aún se metió en el mar mientras llovía.
- Viéndolo así… Si, estoy loca. (Soltó una pequeña carcajada).
- ¿Ves? Estoy preocupado ¿Qué hago saliendo con una mujer así?
- Eres tremendo… (Dijo mientras sonreía).

Cogimos el coche aparcado junto a la playa ¿Por qué? Pues porque el local en cuestión está en el propio paseo marítimo, como tantos otros, y aparcar allí es un infierno. Entonces me dijo:

- Oye, has bebido un par de copas, además del vino…
- Claro, pero tú has bebido lo mismo, y no voy a ponerme en tus manos Jajajaja.
- Quizás deberíamos estar un rato aquí mientras nos despejamos ¿No?
- Pues… Quizás, o qui…

Antes de acabar la frase tenía su lengua dentro de mi boca, jugando, y mis manos misteriosamente ya acariciaban sus piernas, subiendo por sus rodillas, sus muslos…
Comenzó a mordisquear mi cuello, inclinándose sobre mí, los besos se sucedieron, bajó por mi pecho a medida que iba desabrochando los botones de mi camisa, siguiendo su camino también soltó el botón de mi pantalón, bajó la cremallera y comenzó a besar sobre mis boxers.

Incliné el sillón del coche, y Susana bajó por completo mis pantalones, a la vez que siguió besando, lamiendo, y mordisqueando sobre mis boxers, hasta deshacerse finalmente de ellos… Entonces continuó con su camino, lamiendo mi polla por completo, recorriéndola una y otra vez con su lengua, metiéndola en su boca para chuparla por completo haciendo que se endureciera por completo en el interior de la misma, sin parar de comerla y recorrerla sin parar.

Después se subió sobre mí, abriendo sus piernas (como pudo), acomodándose, y moviéndose lentamente, frotándose, notando su coño caliente, mojado… Ya se había encargado ella de quitarse sus braguitas negras.
Continuó hasta meterla por completo en su coño, con ganas, sin delicadeza, sin suavidad, de golpe hasta el fondo… Mis manos apretando su cuerpo contra el mío, las suyas acariciaban mi cara, agarraban mis pelos, mientras me mordía el labio, el cuello, el pecho… Dejando marcas por el camino.

La intensidad no paraba, ambos apretamos, mordimos, lamimos, susurramos, gemimos… Algunos golpes contra el coche fueron inevitables, demasiado grande y poco espacio, pero nada era importante en ese momento salvo nuestros cuerpos.
Mis embestidas fueron cada vez más fuertes, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera a la vez que el mío, mi polla entraba una y otra vez hasta el fondo de su coño empapado y caliente, más rápido, sin dejar de saborear sus dulces labios, de lamerla.


Los gritos no eran disimulados precisamente, ni los gemidos, ni nada de nada… Y menos aun, cuando ambos acabamos corriéndonos, quedando tumbada sobre mi pecho sudado, y dándome pequeños besos… Hasta que golpearon la ventanilla… Curiosamente hay guardas que recorren el paseo por la noche, y yo, no lo sabía… Pero no, no me importó demasiado pagar esa multa.

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