sábado, 4 de febrero de 2012

Viernes de Bar...

Apenas estábamos a 4 grados, pero aun así hay que trabajar… Por suerte al menos era viernes, y tienes ese pensamiento de fin de semana que te anima, y da fuerzas.
Como casi siempre, salí de trabajar tarde, a eso de las 23.20, pero al ser viernes me dejé convencer para ir a tomar unas copas con unos compañeros de trabajo.
Para ser exactos, y que os situéis bien, íbamos 5 personas, Jaime, Fernando, Belén, Patricia, y yo. Todos compañeros desde hace años ya, y con una relación de amistad después de tanto tiempo.

Patricia y Fernando son pareja, y tienen un pequeño juntos, pero alguna escapada leve hacen con nosotros… Jaime es un liante, y siempre anda detrás de unos y de otros para salir por ahí, sea lunes, miércoles, o sábado… Por último está Belén, una chica dulce, muy bonita, la cual es encantadora, pero es casi imposible de convencer para que venga con nosotros.

Belén es castaña, de ojos color miel, más bien bajita, un rostro dulce, una sonrisa deliciosa, y una mirada provocadora… Es divertida, risueña, y... Suele llevar ropa ajustada y provocadora.
Tomamos un par de cervezas entre risas, charlando sobre temas laborarles primero, dejándolos aparte después, para despejarnos con otras cosas… De las cervezas pasamos a los cubatas, dando ya la 1.00 y habiéndose marchado Fernando y Patricia.

Jaime andaba tratando de ligar con una chica rubia que había conocido rato antes en la barra, dejándome solo con Belén, la cual estaba especialmente interesante esa noche, y a su vez interesada diría yo… Preguntando, expectante, y muy pendiente de mi en todo momento.
Llevaba una falda (si, a pesar del frío) negra, ajustada, con unas medias oscuras y una blusa roja, un chaqueta larga, negra, y sus tacones infinitos del mismo color.

Media hora más tarde no sabíamos donde se había metido Jaime, y Belén se acercaba por momentos, hablándome más bajito, y dejándome notar su respiración… Y a pesar de todo, intenté mantener la compostura, pero todos tenemos un límite, y yo no soy la excepción. El detonante fue su mordisco en el lóbulo de mi oreja, suave, seguido de besos continuados por mi cuello entre sonrisas, y de un susurro “quiero saborear tu cuerpo”.
Primero pensé que quizás había bebido demasiado, pero parecía tenerlo muy claro… Continuó con algunos besos y mordiscos, me agarró la mano, y tiró de mí hacia una esquina del bar, mordió mi labio con fuerza y comió mi boca en un largo beso, ardiente.

Mis manos apretaron su cintura, atrayendo su cuerpo contra el mío, y continuando con sus besos, notando el calor, el deseo, y alguna que otra mirada de la gente que había cerca en el bar… Ignoramos las miradas, y ella me arrastró de nuevo, esta vez hasta el baño de caballeros, había un hombre que se sobresaltó, ella no hizo caso, y al salir, echó el cerrojo.
Estaba decidida, me acorraló contra la pared, bajó desabrochando mi camisa, y quitó mis pantalones lamiendo y besando mi tripa… Mordió suavemente mi polla sobre el boxer antes de deshacerse de él, se quedó mirándola, sonrió y la recorrió besándola por completo.

Siguió con sus besos, la comenzó a lamer, y la mordió levemente, suave, rozándola con sus dientes, apenas haciéndolos notar… Dejó su respiración frente a mí, mirándome, sin perder esa sonrisa provocadora, y la metió en su boca, comenzó a chuparla sin parar, entera, por completo, una y otra vez, hasta dentro, haciéndome gemir sin descanso, mientras agarraba su cabeza, enredaba su pelo, y no la quitaba ojo, disfrutando completamente de cada segundo.

Tras largo rato así, fui yo el que la acorralé, levantando su falda y descubriendo esas braguitas de satén negro, y un liguero que me hizo perder la cabeza… Mis caricias se sucedieron entre bocados por su cuello, por su barbilla, por su boca… Su blusa desapareció descubriendo el sujetador a juego, y mis besos bajaron al pecho, el cual recorrí por completo sin dejar nada.
Comenzaron a pegar a la puerta insistentemente, pero ignoramos los golpes, y continuamos, mis caricias subieron deshaciéndome de su sujetador,  y lamiendo su pecho, jugando con sus pezones… Apreté sus piernas, sus muslos, acariciándola, llegando a sus pequeñas braguitas, y notando el calor que desprendía, la humedad… Volví a besar sus labios, bajando por su oreja, lamiendo el lóbulo de la misma, jugando con el mientras una de mis manos desapareció bajo la pequeña prenda de ropa interior que le quedaba.


Noté su coño mojado, y mis dedos se hundieron, abriéndose paso por su calor, y haciendo que su respiración agitada se transformara en pequeños gemidos ansiosos.
Mordí de nuevo su cuello, recorriéndolo de arriba abajo, y de abajo arriba, intercalando pequeños besos, jugando con mi lengua sin dejar de masturbarla, y de hundir mis dedos una y otra vez, notando como su humedad iba aumentando al mismo ritmo que la intensidad de sus gemidos, y de sus manos apretando y arañando mi camisa, mi espalda, hasta quitarla a tirones.

Apreté su culo, y metí mi polla apartando sus bragas, hundiéndola con fuerza, sin pensármelo, hasta dentro… Ella mordió mi hombro con fuerza, dejando sus dientes marcados, ahogando su fuerte gemido, su grito… Contra la pared, sin escapatoria, con sus piernas abiertas, y mordiéndome una y otra vez, mis embestidas cada vez eran mas fuertes, y buscaba su boca, sus pechos, lamiéndolos y apretándola sin parar.

La giré, ella misma se encargó de sacar levemente ese culito para facilitar la entrada a mi polla, con sus manos apoyadas contra la pared, agarré sus caderas, y volví a meter mi polla, esta vez en su culo, despacio, entre sus grititos, aprovechando la humedad de su coño… Nos besamos, jugamos con nuestras lenguas de nuevo, y bajando una de mis manos a su coño comencé a masturbarla de nuevo, hundiendo dos de mis dedos, y acariciándola sin parar.

Finalmente y tras largo rato, acabamos corriéndonos ambos… Mirándonos, sonriendo, e intentando arreglarnos mientras volvían a aporrear la puerta, al salir, uno de los camareros del bar nos llamó la atención, asentimos, pagamos,  y salimos de allí a carcajadas, despidiéndonos con un beso.

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