sábado, 14 de enero de 2012

El Ascensor...

Frío día de invierno, probablemente la temperatura más baja en los últimos años, apenas llegamos a 1 grado, temperatura poco habitual en estas tierras del sur.
Para situaros un poco, como en todas mis historias, os detallaré el momento en que ocurrió, y el lugar, antes de contaros lo sucedido… Así os ayudo a situaros mejor.


Yo trabajo en un edificio enorme de oficinas, en el centro de la ciudad, hay bastantes empresas y demás repartidas a lo largo de sus diferentes plantas… Mi despacho está exactamente en la octava planta… Una más arriba, en la Novena, una oficina de marketing.
Por horario, ya había coincidido en numerosas ocasiones con una joven chica de la empresa de la novena, apostaría a que estaba en prácticas, y siempre se la veía algo nerviosa.
La chica en cuestión se llama Silvia, es una chica que sin ser una belleza, llamaba mi atención continuamente… Delgada, con el pelo negro, ojos oscuros y piel blanquita… Cara dulce, inocente diría yo, tan tranquila de movimiento, como nerviosa de actitud.

Desde la primera vez que nos vimos en el ascensor, llamó mi atención, apenas daba los buenos días, pulsaba el “9” y agachaba la cabeza tímida… Pero eso tras entrar rápida, nerviosa, como murmurándose cosas a si misma. Al salir, un “adiós”, y una sonrisa casi forzada de forma notoria por su vergüenza.
Mi horario laboral es muy variable, demasiado diría yo… Pero no vamos a debatir sobre ello, porque sé que todos estáis de acuerdo conmigo, debería trabajar menos, lo se… Siguiendo con lo que os decía, esa variedad horaria hace que no nos cruzáramos a diario, solo las mañanas que me tocaba entrar temprano, a eso de las 6.50 de la mañana, y solo una vez coincidimos al salir.


  
Ahora puedo continuar con ese día tan frío al cual os hice mención al principio… Me tocaba quedarme hasta tarde a trabajar, tras todo el día en el despacho, al fin a las 23.45 apagué todo, me puse mi chaqueta, y me dispuse a salir del trabajo por fin…
Me dirigí al ascensor, lo llamé, y ahí estaba… Tras abrirse las puertas apareció ella, sorprendida, agachó rápido la cabeza dándome las buenas noches sonrojada… Las puertas se cerraron y el ascensor comenzó a bajar… 7… 6… 5… 4… ¡Ploff!
De repente, se paró el ascensor de golpe apagándose las luces por completo, y a su vez activándose las de emergencia… “Maravilloso, me falta quedarme a dormir aquí” -Pensé.

Silvia nerviosa comenzó a pulsar todos los botones, y  a respirar agitadamente… Yo traté de calmarla un poco, contándola que ya me había ocurrido antes, y en unos minutos estaríamos fuera.

- Tranquila, ya me ha pasado varias veces, relájate.
- Me agobian mucho los ascensores, no puedo relajarme.
- A ver, en unos minutos todo volverá a la normalidad, ya lo verás. (Posando mis manos en sus hombros).
- Bueno, trataré de controlarme un poco… Por cierto, me llamo Silvia.
- Alessandro, encantado.

Comenzó a respirar hondo, cerró los ojos durante un par de segundos, y fue tranquilizando su actitud… Apenas levantaba la mirada levemente al dirigirse a mí, era excesivamente tímida, y a su vez parecía tener la necesidad de continuar hablando para no “alterarse” de nuevo.
Mientras pegamos varias veces al timbre del ascensor esperando a que nos atendieran, ella continuó sacando temas de conversación de forma rápida.


- ¿Trabajas aquí, no? Te he visto varias mañanas subiendo. (Preguntó).
- Si, en la octava planta como has podido observar, pero mi horario es un caos.
- Pues yo trabajo en la novena planta, en marketing, llevo poco tiempo, pero por fin tengo mi primer contrato temporal como ayudante… Estuve en prácticas hasta hace un mes aproximadamente, acabo de terminar la carrera, hice un curso además sobre marketing, y tuve suerte con este trabajo… Al menos hasta el momento, pero tengo 25 años ¿Sabes? Y…

No paraba de hablar, más, más, y más… Me contó prácticamente toda su vida resumida en unos eternos  5 minutos de monologo continuo, y no es una queja, simplemente intentaba mantenerse tranquila hablando, para contener sus nervios… Hasta que no supo que decir.
Volvió a caer en la cuenta…

- Ya llevamos más de 10 minutos aquí, ¿Por qué no nos han sacado aún?
- Tranquila, seguro que ya queda poco.


  
Pero era incapaz de conseguirlo, comenzó a respirar de nuevo de forma agitada, nerviosa… Se aferró al ascensor, apretaba las manos… Se la hacía todo muy pequeño. Comencé a acariciar sus hombros y brazos, intentando ayudarla, me acerque, y quedando justo a su lado la susurré suave “Pronto saldremos, tranquila pequeña”.
Ella dejo caer su cabeza contra mi, no se si intentando refugiarse de sus miedos, o como simple respuesta a mis palabras, esperando que así sucediera… Acaricié su pelo, y la dejé ahí.

He de deciros que todo esto fue bienintencionado, que seguro que más de uno ya piensa que quería aprovecharme de la situación… Siempre pensando igual de mí.
Silvia iba con un traje, falda corta hacia la mitad de los muslos, medias oscuras, y camisa blanca… Y yo con mi traje oscuro, camisa azul, con una corbata oscura.

 
Dicho esto, continuaba con mis caricias sobre su pelo, que bajaron también a su espalda… Suaves, con la yema de mis dedos, lentas, haciéndose sentir. Ella se notaba relajada, dejándose llevar por las caricias, y no por el momento de agobio por la situación.
Comenzaron unos leves suspiros, pero continuaba inmóvil… Mis manos continuaban, parecían tener un recorrido predeterminado, de su pelo, recorriendo su espalda, y vuelta a comenzar.
Un momento después y sin esperarlo, noté un beso en la parte izquierda de mi cuello, acompañado por otro, y uno más.
Reitero que mi intención era buena, pero ante la provocación no pude resistirme… Mis manos se dejaron llevar, apretándola contra mí, mientras sus labios seguían posándose en mi cuello.
Beso mi mentón, hasta que bajé a buscar sus labios, un suave roce… Apartándome antes de volver, rozar de nuevo mis labios con los suyos, y besarla… Un beso lento, por contra a lo que ella intentaba, un poco acelerada.

Comencé a guiarla, tanto sus labios como sus manos, para que se dejase llevar, disfrutando del momento, de cada caricia, de cada beso… Relajado, intenso, caliente, húmedo.
Mis manos volviendo a su cuerpo, las caricias bajaron, apretando su culo y a su vez su cuerpo contra el mío, haciendo escapar un nuevo suspiro de sus suaves labios. Volvió a besarme, morderme, quería hacer demasiado en poco tiempo, pero fue dejándose ir…

Subí su falda mientras ella se había deshecho de mi chaqueta, y comenzaba a desabrochar mi camisa… Botón a botón… Dejando curiosamente mi corbata para el final, la aflojó, y se la colocó con una risa que ocultaba cualquier rastro que quedara de esa chica tímida.
Las caricias se repetían, ella besó y recorrió mi pecho marcado, desnudo, frío… Pero que comenzó a calentar.
Bajó aflojando mi cinturón, quitó el botón del pantalón, tiro de la cremallera, y quedaron ante si mis boxers blancos, marcados, ante la dureza que ella misma había provocado…



Sin deshacerse de ellos comenzó a dar pequeños mordiscos, suaves… Besos continuados, mientras sus manos desaparecían entre caricias en mis muslos, recorriendo mis piernas, para acabar de nuevo en mi cintura… Quitando los boxers, y mirándome fijamente a los ojos mientras comenzaba a meter mi polla en su boca, a chuparla, y lamerla por completo.
Siguió con mi polla, besando la puntita, lamiéndola, jugando sin parar con su lengua, e introduciéndola de nuevo una y otra vez en su boca, ayudándose con caricias de sus pequeñas manos.


La agarré del pelo, haciéndola subir con suavidad, volví a comer su boca, ahora con más pasión, fuerza, calor… Mi mano se coló bajo sus braguitas rojas, notando la humedad que desprendía, y uno de mis dedos se introdujo en su coño notando lo caliente que estaba.
Sus gemidos se ahogaban en mi boca, y mi dedo, que después fueron dos, continuaba entrando y saliendo, jugando, frotando… Hasta que la excitación fue tal, que la agarre por el culo, apretándola contra la pared del ascensor, sus piernas rodearon mi cintura, y mi polla comenzó a jugar con su coño.

La fui metiendo despacio, para no hacerla daño, pero necesitaba más… Y poco a poco fue entrando mas fuerte, sus gemidos se convertían en pequeños gritos, y mis manos se aferraban con más fuerza a su culo, levantándola con cada embestida, mordiendo su labio, su cuello, su pecho sudoroso… Esos pequeños pezones duros.
Ella bajó una de sus manos acariciándose mientras con la otra continuaba agarrada a mi cuello, y con su boca buscaba la mía entre gemidos cada vez más fuertes, y seguidos.

Empezamos a follar con fuerza, el ascensor se movía con los golpes, cada vez más rápido, sin parar, una y otra vez… Se arqueaba del placer, quería más… Me apretaba contra ella, y… La luz volvió, comenzando el ascensor a bajar… 3… 2… 1… No paramos, sino que continuamos hasta terminar corriéndonos, quedando sentados el uno junto al otro… Haciendo volver a subir el ascensor, sonriendo… 


  
Volvió su timidez, la besé en los labios y luego en la frente, nos vestimos y marchamos felices tras salir de trabajar.

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