sábado, 28 de enero de 2012

Paseos de Verano... La Vuelta.

Era agosto, era madrugada, era Marbella, eran mis vacaciones… Eran risas y besos durante el paseo por la playa hacia mi aparta hotel. Dejé mi camisa seca a Milena, para que se resguardara algo del frío, aun siendo verano la brisa marina se hacía notar, y nuestros cuerpos estaban empapados.

Para los que no conozcáis a Milena del relato anterior, debéis saber que es italiana, rubia, de ojos azules, piel morena tostada al sol de la costa malagueña, de pechos grandes, llamativos, era pura provocación… Os recomiendo pasaros por nuestro primer encuentro antes de continuar con este…

Continuando donde me quedé, esta chica no se cansaba fácilmente, y lejos de alejarse hacia su “refugio”, decidió meterse en la boca del lobo, o prácticamente comérselo ella misma a bocados. Me sugirió venir conmigo, y sin duda alguna, le dije que si… Era una fiera, apasionada, caliente, su deseo era inagotable, ¿Quién podía rechazar eso?
El camino por la arena parecía infinito, los besos, mordiscos o caricias se sucedían, algún alto en el camino para deleitarnos el uno en el otro, para hacer que nuestros cuerpos entraran en calor nuevamente, para hacer más llevadera la madrugada… Descarados bajo la atenta mirada de la luna, escondida al final del horizonte marcado por el mar.

Tras bastantes minutos de camino, conseguimos llegar a mi habitación, ya prácticamente secos a excepción de su cabello, largo y empapado aún… No me dio tiempo a entrar cuando ya se había abalanzado sobre mí, tirándome al suelo y mordiendo mi boca, lamiendo mis labios, fundiéndose en un beso interminable, caliente, húmedo, apasionado.
Nuestras manos buscaban al otro, la ropa que llevábamos de cualquier manera, desapareció… Y solo queríamos más, más el uno del otro, recorriendo cada milímetro, cada curva de esa suave piel, agarrando ese pelo mojado para atraer su boca a la mía, notando el calor desprendido por toda ella, por mi cuerpo al roce con el suyo.



Me dejó tumbado sobre el suelo, y se dedico a recorrerme por completo, lamiendo desde mi boca, pasando por el mentón, el cuello… Mi pecho fue un enorme patio de juegos para ella, para su boca, la cual lo recorría entre besos y mordiscos, para sus manos que no paraban de acariciarlo, de apretarlo, de pasear sus uñas cual pequeña leona deseosa de saborear a su presa… Mi ombligo, mi cintura, rodeándola entre besos minúsculos, paseando la puntita de su lengua, esperando aún impaciente, para bajar el boxer.

Sus manos desaparecieron entre mis piernas, con caricias que se sucedían, unas mas largas, otras mas cortas, más suaves o más fuertes… Mientras su boca esperaba seguir su camino, seguir recorriendo mi cuerpo. Se deshizo de esa única pieza de ropa que me quedaba, y ahora si, con una pícara sonrisa en los labios, beso suavemente, casi en un susurro, mi polla.
Me miró, acaricié su cabello y lo apreté mientras ella la rozó con sus dientes, abriéndose camino después con su boca, y comenzando a chuparla despacio… Encargándose de endurecerla aun mas de lo que ya estaba, aayudandose con besos, suaves bocaditos, caricias en mis muslos, en mis huevos, sin parar de chupar, o de lamer en todo momento.

Estuvo así un largo rato, hasta lograr que me corriera en su boca… Después subió hasta colocarse junto a mi, acarició mi pecho con su mano derecha, apoyando su cabeza sobre mi hombro, y me susurró “Ahora te toca a ti”, sonriendo de forma divertida, provocadora y traviesa a la vez.

“Claro”, le susurré sonriente también, y comencé a morder su cuello, siendo ahora yo el que se deleitaba con cada poro de su piel… Lamiendo suavemente su cuello, integrando pequeños mordiscos, disfrutando en su pecho cual niño pequeño con un caramelo… Jugando con mi lengua, mordisqueando suave, viendo como sus pezones se endurecían y tirando de ellos.
Acompañado todo de mis grandes manos, de mis caricias entre sus piernas, apretando sus muslos, subiendo con la yema de los dedos por su tripa.


En su caso no le quedaba nada de ropa, estaba completamente desnuda, y eso dio facilidad a mis manos y a mi boca para deshacerme en un no parar de caricias, besos o mordiscos. Bajando por su tripa con la puntita de la lengua, despacio, muy despacio, casi saboreando cada milímetro de esa piel morena… Superando el ombligo y continuando el camino, sin parar, de forma lenta, suave.

Bajé hasta su coño, estaba completamente depilado, se notaba la humedad, el calor que desprendía antes de siquiera tocarlo… Soplé levemente sobre él, arrancando un pequeño suspiro de entre sus labios. Volví a hacerlo, para posteriormente con la puntita de la lengua, apenas rozando, recorrer sus labios, notando el calor inmenso que desprendían, y convirtiendo sus suspiros en gemidos suaves, notando reaccionar su cuerpo, abrirse sus piernas, erizarse su piel…

Seguí lamiendo suave, aumentando un poco el ritmo, comenzando a pasar toda mi lengua, saboreando por completo su coño mojado, deseoso de más, como ella, como su cuerpo, como el mío… Volví a retirarme un poco, volviendo a soplar, suspiró… Me perdí entre sus piernas lamiéndolo por completo, recorriéndolo infinidad de ocasiones sin parar, apretando sus muslos entre mis manos con fuerza, mientras ella hacía lo propio con mi cabeza, con mi pelo, entre gemidos y gritos sin fin.

De golpe me apartó, colocándome bajo ella, apretando mi pecho bajo sus manos y sentándose sobre mí, clavando mi polla de golpe hasta el fondo, sin pensarlo, ahogándonos ambos en un fuerte gemido… La atraje hasta mí, la mordí el labio, la boca… Besos, más besos, mordiscos, nuestras lenguas no dejaban de jugar, mientras el ritmo de sus caderas aumentaba, su cintura se movía en círculos cada vez más rápidos, logrando que mi polla saliera y volviera a entrar hasta el fondo solo con su movimiento fuerte. Mis manos apretaban su culo, ayudándola a bajar más, y más… Cada vez más fuerte.



Su grito al correrse fue largo, casi infinito… Ahogado en un nuevo beso, clavando sus uñas con fuerza en mi pecho, arañándome. El mío más leve, mordiendo su labio tras el beso, tirando de él, y quedándome rendido, observándola con una leve sonrisa en mi rostro.
Nos duchamos juntos, jugueteando de nuevo… Ya había amanecido, nos tumbamos desnudos en la cama, se echó sobre mi pecho, y caimos rendidos al sueño y al cansancio.

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