martes, 10 de enero de 2012

Vecinos...

Era lunes, día infernal en el trabajo, un no parar... Pasaban las horas, pero no tenía ni un minuto de descanso, apenas si pudo hacer una corta pausa para la comida, y por fin... Llegó la hora, 18.00 de la tarde, y para casa... Pausa en el gimnasio, necesitaba relajarse, y que mejor que una horita de ejercicio.

A las 19.15 llegó a casa, sudado, con el traje en la maleta de deporte, bien doblado... Al entrar en el jardín vio a su vecina asomada, con una sonrisa la saludó y de la misma forma ella contestó al saludo... Entro en casa, se fue desnudando camino al baño, no sin antes haber preparado el aire acondicionado, el verano en el sur es mortal... Entró en la ducha, y se relajo, dejando el agua caer sobre el largos minutos...
Tras mas de media hora en la ducha, salió de la misma, en el momento justo en el que el timbre sonaba... Cogió la toalla y comenzó a secarse, ignorando la llamada, pero esta se repitió hasta 4 veces, así que se decidió a abrir por si era algo necesario... Se ató la toalla a la cintura, y tras mirar por la mirilla abrió... Ahí estaba ella, con su sonrisa ya dibujada, con su mirada intensa, su largo cabello negro... Desde que se mudó, había mirado a su vecina con deseo, y desde su encuentro unas noches antes, no podía mirarla de otra forma.



Ella no habló, simplemente pasó y cerró la puerta, mientras el solo acertó a saludarla con un "buenas"... Sabiendo lo que buscaba, la aprisiono contra la puerta, acercándose a sus labios, los rozó sin besarlos, sonrió y acercándose a su oído susurró "estoy deseando volver a saborear tu cuerpo"... Bajo hasta su cuello, deslizando sus labios suave, haciéndola notar su aliento hasta comenzar a morderlo, despacio, lento, jugando con la puntita de su lengua en cada bocado, subiendo a lo largo de el poco a poco, mordisco a mordisco.
Ella no tardó en quitar esa toalla, y entre suspiros con sus manos acariciaba su pecho, bajando por a su cintura, cada bocado de él, ella estaba mas cerca de su polla cada vez mas dura... En el momento en que el buscó su boca con ganas, con ansia, comiéndola, mordiéndola en un largo y húmedo beso... Ella agarró esa polla grande, dura, y comenzó a acariciarla.

Las manos de el se deslizaban por su espalda, hasta apretar ese culo que tanto le gustaba, y a su vez, apretarla a ella contra su cuerpo notando el calor de ambos... Tras largos besos consecutivos, mientras ella le masturbaba el la fue desnudando, hasta poder disfrutar de su hermoso y provocador cuerpo, hasta poder apretar sus pechos con fuerza en sus manos, pellizcar y acariciar sus pezones, hasta poder colar sus dedos el caliente y húmedo coño de su vecina, que estaba tan excitada como el.




Aún no se habían movido de la puerta, era tal su deseo, que el donde no era importante, ni el como, solo querían devorarse el uno al otro, disfrutar, saborear, lamer, y follar... Ella bajó con su boca hasta acabar de rodillas, besando y lamiendo despacio su polla, notando como difícilmente podría estar mas dura, y tras un buen rato en ello, comenzó a comerla y lamerla mas rápido, metiendo todo lo que podía en su boca, hasta el fondo, mirándolo a los ojos, mientras el agarrándola del pelo no separada su mirada de la de ella, pidiéndola entre gemidos que siguiera.
Cuando no pudo más, cuando no pudieron mas, la colocó a cuatro patas, sin tener que indicarla apenas pues ella sabía bien lo que buscaba... Abrió bien las piernas, y el comenzó a pasear su polla, a frotarla y rozarla contra el coño de su vecinita caliente, sudorosa como el... Posteriormente comenzó a meterla suave, notando como tenía el coño tan caliente y húmedo que se abría solo, y eso le encantaba, así pues tras meter sobre la mitad, dio una embestida bien fuerte hasta meterla entera... Hasta hundirla en el fondo de su ser, inundándose ambos en un gemido fuerte.

A partir de ahí comenzaron a moverse acorde el uno al otro, con movimientos acompasados, primero despacio, luego mas rápido, con embestidas consecutivas, que ella cada vez le pedía mas fuertes, y que él iba endureciendo... Los gemidos de ella llenaban la habitación, y lo excitaban mas a él, que seguía golpeando cada vez mas duro, agarrando, tirando de su pelo, y diciéndole, casi gritándole cuanto la deseaba, cuantas ganas tenía de ella, de su cuerpo, de follarla.




Así estuvieron más de una hora, cerca de dos, cambiando posiciones, lamiéndose, mordiéndose, follándose... Hasta acabar extasiados ambos, tumbados el uno junto al otro, sin poder moverse casi, sonriendo, algo habitual en ellos, pero sin movimiento alguno... Tranquilos, relajados, el día se había borrado de sus mentes, y solo quedaba el momento, ese momento.

0 Pensiero:

Publicar un comentario