jueves, 12 de enero de 2012

Galicia y Tu.

“Como me gustan los aviones”, eso iba pensando durante el vuelo hacia Galicia… Si, tierras norteñas que ya había visitado en más de una ocasión, y a las que hacía tiempo que quería volver.
El vuelo fue agradable, siempre ha sido mi método de viaje favorito, y la llegada notoria, el cambio de temperatura de sur a norte es importante… Pero voy preparado, jersey negro, con camiseta de cuello vuelto, suficiente para resguardarme del frío, además, no soy friolero.


La razón de mi visita era volver a esta tierra que tanto me gusta, de la que me enamoré hace tiempo, pero he de reconocer, que había un interés más… Y era volver a ver a Nuria, esa dulce galega, con la que tantos momentos había compartido…

¿Qué decir de ella? Es una chica divertida, risueña, adorable, encantadora, y genera un morbo oculto que me encanta, además, tengo el convencimiento de que es apasionada, lo entusiasta que es, además de su pasión por disfrutar de todo la delata.

Pero sin desviarme más del tema… Al llegar me dirigí directamente al hotel, tenía que soltar las cosas, acomodarme un poco, y por fin, salir a pasear y disfrutar de la tierra… Pasé la mañana tranquila, paseé relajadamente, no pude evitar ir a tomar una cerveza, y por la tarde fui a la cita con ella…
Quedamos en un bar para tomar un café tranquilamente, he de reconocer que pese a mi forma de ser, estaba algo nervioso, no sabía exactamente porque… Llegué algo pronto, siempre me gusta ser puntual, y por ello suelo tener que esperar, pero apenas 5 minutos después ahí estabas.

¿Y como era ella? Pues destacaba de lejos, tras un abrigo, bufanda, ¡y un gorro!, pero se hacía notar según se acercaba… Esa sonrisa, inconfundible, esa alegría que aún se notaba en sus sonrojadas mejillas por el frío, resaltadas debido a su blanca piel… Era ella, con esa mirada que habla por si sola…


Nos dimos dos besos, formalidad habitual, y con la sonrisa nerviosa comenzamos a charlar, con una conversación que fue fluyendo sola… Hablamos del comienzo de mi viaje, de como nos conocimos, de viejas bromas y conversaciones anteriores… De todo un poco, agotando el café.
Entonces, tras más de una hora charlando, decidimos dar un paseo, teniendo en cuenta que ya habían dado las 20.00 quizás no fue la mejor idea… Y entre risas y bromas, acabamos frente a mi hotel. Tenías que irte, pero… Pero no quería, me apetecía seguir disfrutando de ese momento sin fin, te invité a cenar, y tras mucho insistirte, aceptaste.

¿Sabéis esa chica que con una sonrisa te ilumina la noche, y con una mirada te provoca un infarto? Pues esa es ella, quizás su físico no sea el mas espectacular del mundo, pero su cara desprende una dulzura infinita, y sus palabras, te inundan.

Siguiendo con la noche, cenamos en el restaurante del hotel, no conozco suficiente aquello, así que mejor eso que ponerse a buscar… La noche transcurrió de la misma forma que la tarde, entre risas y bromas, hablando un poco de todo, y con mis ojos clavados en los tuyos, sin poder dejar de mirarte… Lo cual te hacía sonrojarte a veces.
Tomamos una copa en el bar, y pese a tu insistencia por marchar, conseguí convencerte para tomar la última en la habitación… Llevaba rato observando esas miradas, y quería pensar que el calor, el deseo que creí ver en ellas, no eran simples ideas mías. Así que subimos, la habitación no era gran cosa, apenas una sala principal con una cama inmensa, una televisión, un sofá, y el baño al otro lado…
Debajo de todas las capas de abrigo, llevaba unos vaqueros y un jersey oscuro, simple pero preciosa, con unas botas negras para completarlo… Pero claro, es de esas mujeres que te gustan de cualquier forma, y de las cuales su ropa es lo que menos te preocupa, o te provoca…

Tomamos un par de copas, y entonces me decidí, no podía dejar de mirarte, y con ello, no podía dejar de imaginar el dulce sabor de tus labios, o la suavidad de tu piel… Me acerqué levemente, y casi rozando tu oído te susurré –“Sei davvero bella”, me aparte y volví a quedarme mirando fijamente tus ojos, tu apenas sin saber que decir, contestaste sonriente –“Solo entendí el bella, pero gracias”, y arrancaste una sonrisa a mis labios.
Repetí la acción, susurrándote esta vez en castellano –“Eres realmente preciosa”, y entonces me acerqué a tus labios, apenas rozándolos, y me quedé clavado frente a ti.

Era tan bonita, ese brillo en los ojos, esos labios suaves… La provocación y la dulzura unidas, para hacer de ella la mujer mas linda de Galicia.

  
Sin saber como, nos encontramos besándonos, besos pequeños, cortos, suaves… Apenas saboreando nuestros labios mientras acariciaba tu pelo, tus manos acariciaban mi pecho, y los besos cada vez aumentaban su calor, y su intensidad…
Los cortos besos ahora eran largos, húmedos, calientes, mis caricias en tu pelo bajaban por tu espalda, y tus manos trataban de quitar mi jersey… Tras lograrlo, mi boca bajó, pero no si antes pasearse por tu oído y susurrarte –“Te deseo Nuria, tengo ganas de ti”, y tras morder suave el lóbulo de tu oído, bajar con pequeños bocados por tu cuello, jugando con mi lengua, y recorriéndolo completamente de arriba abajo, y de abajo arriba…

No tenía prisa, quería disfrutar cada centímetro de tu cuerpo, cada segundo de tu compañía, cada beso, cada caricia… Después fui yo quien descubrió tu pecho, quedando tu blanca piel contrastada con ese sujetador de encaje negro… Mis besos bajaron, recorriéndolo, sin quitarlo, bajando por tu tripa, jugando con tu ombligo antes de volver a subir… Te noté algo nerviosa al principio, quité tu sujetador y comencé a besar tus bonitos pechos, jugando con esos pequeños pezones, buscando que se endurecieran.
Era todo como yo quería, esa piel suave, blanca, esos labios dulce, esa chica encantadora y divertida… Con su lado provocador y apasionado, y quería que ambos disfrutáramos hasta el final, era pura belleza.

Pasé un buen rato jugando con tus pechos, hasta volver de nuevo a tu boca, a tu sabor, a ti… En un largo, infinito beso, con nuestras lenguas entrelazadas jugando la una con la otra, mis manos aprietan tu culo, las tuyas desabrochan mi pantalón… A tirones, y con una sonrisa por ellos, consigues quitarlos, yo te devuelvo la sonrisa, y mirándote fijamente a los ojos te aprieto contra mí, vuelvo a besarte, y te tumbo sobre la cama…
Tus vaqueros desaparecen, dejando tu culotte negro al descubierto, de nuevo disfruto del contraste, no tanto en mí, de piel mas oscura aún con mis boxers también negros… Beso tus muslos, acariciándolos, y dando algún pequeño mordisco, acaricio tu tripa y comienzo a deshacerme de tu culotte, sin pensarlo ni un solo segundo me acerco… Y beso suavemente tu coño, notando el calor que desprende. 


Le dedico un buen rato, de besos, caricias, y juegos con mi lengua, notando tu humedad, disfrutando de tus suspiros y gemidos, y de tus manos apretando mi cabeza para que no deje de hacerlo… Después serías tú, la que harías desaparecer mis boxers para descubrir mi polla dura, caliente, deseándote… Y comenzarías a besarla, lamerla, recorrerla, y chuparla completamente una y otra vez, acariciándola mientras la metes y sacas de tu boca… Mis gemidos se suceden, no puedo evitarlo, y tampoco quiero… Hasta llegar al punto de querer estallar, de necesitar más, de ti, de tu cuerpo, de sentirte.

Te coloqué sobre mí, haciéndote subir con mis manos, rocé tus labios, buscaste el beso, pero mordí tu labio inferior tirando suave de él, jugamos, nos besamos, y comenzaste a frotarte sobre mí, contra mi polla dura… Que aún se calentaba más al notarte mojada y caliente. Agarré de nuevo tu culo, y apreté aún más tu cuerpo contra el mío, te miré fijamente a los ojos, y comencé a penetrarte, metiendo mi polla despacio, notando cada centímetro, recorriéndolo hasta tenerla dentro completamente, hasta sentir como te llenaba por completo, y dejarla dentro bien apretada, mordiendo y comiendo tu boca.
Todo me sabía a poco y a mucho contigo… A poco porque siempre quería más de ti, a mucho porque eres maravillosa, comenzaste a moverte sobre mí, dibujando círculos con tus caderas, mis manos apretaban tus pechos, y los gemidos de ambos llenaban el silencio… Tus movimientos aumentaban al ritmo que lo hacían mis embestidas, y los gemidos se convertían casi en gritos para acabar corriéndonos.

Nuestros cuerpos eran uno, nuestros sudores mezclados, nuestro calor, sin parar… Te coloqué bocabajo, abriendo esas suaves piernas, y metiendo de nuevo mi polla hasta dentro, esta vez de un golpe duro abriendo totalmente tu coño ya empapado… Tu espalda se arqueaba, y mis golpes se sucedían una y otra vez, metiéndola hasta el fondo sin parar, disfrutando de tu calor y tus gemidos.
Volví a girarte pues necesitaba esa boca, esos labios… Y es lo primero que hice, buscarte… Con la mirada, y con la boca posteriormente, ahogando los gemidos tras volver a penetrarte, entre besos y mordiscos, entre suspiros y susurros… Continuando sin parar, mordiendo tu cuello, acariciándote por completo, recorriendo tu espalda a la vez que apretaba tu cuerpo contra el mío, para sentirte, para sentir ese calor, ese sudor… Hasta corrernos por segunda vez.


Acabamos rendidos, mirándonos, con una leve sonrisa… Te abracé, y te acurrucaste en mi pecho, te apreté contra mi de nuevo, para notarte, tan suave, tan dulce, tan TU.

¿Sabéis esa mujer que te derrite con la mirada y te provoca con una sonrisa? Esa es ella, cuyas palabras te hipnotizan, y con la que el sexo cobra un sentido aún mayor, pero que se equipara al momento en que la sientes junto a ti, relajada en un abrazo.

0 Pensiero:

Publicar un comentario