viernes, 6 de enero de 2012

Visita Sorpresa


Habían pasado 2 meses desde tu marcha, te fuiste por trabajo, me costó aceptarlo, pero así fue… Aún a diario me costaba acostumbrarme a no tenerte continuamente a mi lado… Y ahora llegaban las navidades, y con ellas más recuerdos y añoranzas.
Era un viernes, 20:00 de la tarde, salí del despacho directo a casa, los compañeros querían tomar unas cervezas, pero estaba cansado y sin muchos ánimos… Día 23 de Diciembre sabiendo que no pasaría contigo las navidades, todo se hacía más cuesta arriba, y mi vida social estaba paralizada casi.
Llegué a casa destrozado, semana muy dura esta última antes de las vacaciones, nada más entrar, me quité el traje y preparé un baño de agua ardiendo, casi me costaba entrar a la bañera a causa de la alta temperatura, pero una vez dentro… Que delicia.
Pasé dentro aproximadamente 45 minutos, de relax, oyendo Chopin de fondo, y prácticamente sin moverme… Decidí salir mientras pensaba en la cena de esa noche, y mientras me secaba…


 Mientras me secaba oí la puerta abrirse… Me apresuré a taparme, aún desnudo, solo con la toalla, solo dos personas tienen las llaves de casa, mi hermana, y tú… Y tú estabas a bastantes kilómetros como para estar entrando en ese momento… O… al menos eso creía yo.
Me apresuré a secarme y acomodarme la toalla para estar visible, salí del baño saludando a Giulia, y contándole el baño que acababa de darme, afirmaba que iba a vestirme y enseguida saldría… Yo entre en la habitación, cerré la puerta y comencé a vestirme, pero sin esperarlo y tras un gran sobresalto abriste la puerta… Yo me tapé rápidamente creyendo que era mi hermana la que entraba, y tras el “¡Que haces!”, te descubrí…


Te descubrí sonriente, divertida ante la sorpresa y mi sobresalto, con esa mirada tierna y provocadora, “¡Sorpresa!” me gritaste, y claro… No acertaba a decir nada, no debías estar aquí, no te esperaba, ya había asumido que no podría disfrutarte, tus miradas, tus caricias, tus besos, tus sonrisas…

A partir de ahí todo fue muy rápido, solo acerté a preguntarte “¿Qué ha pasado?”, pero no tu no me contestaste, no querías hacerlo, viniste hasta mí, me miraste atentamente, te acercaste despacio, y rozando mis labios susurraste: “Te añoraba”.
En cuestión de minutos mi vida, mi ánimo, los últimos meses, los próximos días… Todo había cambiado, porque tú estabas aquí… Y por fin pude disfrutar de nuevo esos dulces labios, el primer beso fue rápido, el segundo largo, muy largo, casi interminable, con ganas, con ansia, con necesidad de saborearnos, de tenernos.

Entonces todo desapareció, solos tú y yo, sin pensamientos, sin añoranzas, sin nada… Mis manos se perdieron bajo tu camisa blanca, mi boca no paraba de buscar la tuya, y tú no dejabas de jugar con mi pelo…
Te tumbé sobre la cama, y mis besos comenzaron bajando por tu cuello, alternándose con pequeños bocados acompañados por mi lengua, mis manos se deshicieron de esa camisa que solo hacía molestar mi camino… Tu sujetador blanco apenas duró unos segundos más que la camisa, y mi boca comenzó a bajar hasta tu pecho, donde comencé a besarlos, a jugar con tus pezones notando como se endurecían en mi boca, lamiéndolos, y mordiéndolos con suavidad.



Mis manos continuaron por su cuenta, colándose bajo tu falda, tan negra como corta, recorriendo tus piernas sobre tus medias… mientras mi boca no paraba de lamerte los pechos, mis manos no paraban de desnudarte, bajé tu falda descubriendo tu culote blanco, continuando con las caricias hasta tus muslos, notando como la temperatura comenzaba a aumentar.
No te dejé escapar, mi boca continuó bajando a medida que tu respiración continuó acelerándose, suspiros escapados, gemidos escondidos… Mi boca besaba tu tripa, mi lengua jugó en tu ombligo, hasta recorrer tu cintura… Entonces mis dedos bajaban tu culote a medida que mi boca continuaba besando y bajando, hasta llegar a tu coño, depiladito, caliente, esperando su momento.
Abrí bien tus piernas, acariciando desde las rodillas hasta apretar tus muslos, y desaparecí entre ellas… Pasando mi lengua completamente por tu coño, lamiéndolo entero, antes de comenzar a comerlo por completo, jugando una y otra vez, recorriéndolo, sin parar de chuparlo, sin sacarlo de mi boca.
Disfrutando de tu calor, tu humedad, tus gritos, tus gemidos, apretando mi cabeza para que no deje de comerlo… Hasta notar que estás completamente empapada, entonces volví a subir, lamiendo todo tu cuerpo de nuevo, hasta inundarnos en un nuevo largo y cálido beso, infinito, ahogando gemidos.

Mi polla bien dura ya, estaba frotándose contra ti, buscando abrirse paso en tu coño empapado, y empecé a jugar con la puntita, notando como te abrías esperando más, como me pedías al oído entre suspiros que la metiera toda, que necesitabas más… Entonces de un solo golpe, sin pensarlo, la metí hasta el fondo, dejándola dentro durante unos minutos, disfrutando de tu gemido, de tu grito, de tu mirada clavada en la mía…
Mis manos no dejaron de recorrer cada centímetro de tu cuerpo, caliente, mojado, sudoroso… Mis susurros se sucedían, mi boca no dejaba de morderte, lamerte, besarte… Y comencé a moverme, sobre ti, sacándola despacio para volver a moverla, lentamente, disfrutándolo.



De golpe, deprisa, casi sin darme cuenta fuiste tú la que me giraste, colocándome debajo, y comenzando a moverte sobre mí… Cada movimiento de tus caderas, cada vez que subías y bajaba, era un pecado para mí, un auténtico vicio… Agarré tu culo con fuerza, asegurando que mi polla entrara con golpes duros hasta el fondo, tus gritos y gemidos aumentaron haciendo que me excitara aún más, que te follara más fuerte, más rápido.
No paraste de moverte hasta derretirte sobre mí, quedando rendida sobre mi pecho tras haberte corrido, dejando mi polla dentro durante unos instantes, y susurrándome “Ahora te toca a ti”.

Bajaste besando mi boca, mi cuello, pasando tu lengua por todo mi pecho, mi abdomen, hasta llegar a mi polla, dura, gorda, caliente… Esperándote, deseándote… Comenzaste lamiendo desde mis huevos hasta la punta de mi polla, quedándote ahí unos minutos, mirándome fijamente, hasta comenzar a meterla entera en la boca, a comerla, chuparla, jugando con tu lengua mientras la tenías dentro.
No paraste un solo instante, acariciando mis huevos mientras continuabas comiéndola, mis gemidos escapaban, se sucedían cada vez más intensos, al igual que cada vez la chupabas más rápido, sin parar… Agarre tu cabeza para que entrara hasta dentro, follando esa boquita que no paraba de jugar con tu lengua… Acabé con un grito ahogado, un fuerte gemido…
No dejaste escapar ni una gota de mi corrida, limpiaste bien mi polla.

Subiste hasta acomodarte a mi lado, y susurrarme “Cuanto te he añorado”, a lo que contesté “Nada era lo mismo sin ti”, nos abrazamos notandonos el uno junto al otro, unidos, el calor, el cariño, la necesidad del uno por el otro, hasta dormir relajados inmóviles.




1 Pensiero:

Anónimo dijo...

O_O ejem, sin comentarios... mmmm si aprieto más los muslos me parto los fémures!!!!

Me encantassss :))

Muaaaaaa

P.D.: eres muy malo... malisimo!!!

Publicar un comentario